ZEPPELIN ROCK: Judas Priest – La Cubierta, Madrid, 30/07/2011: Mi crónica del concierto

jueves, 5 de abril de 2012

Judas Priest – La Cubierta, Madrid, 30/07/2011: Mi crónica del concierto


Recupero esta vieja crónica del concierto de Judas Priest de la que se suponía que iba a ser su gira de despedida, la llamada Epitaph. Pero los amos del metal no se han cansado de despedirse y este mismo año vuelven por sus fueros para seguir haciendo caja, y encima, al parecer, con el mismo setlist. Una pena, pero, en fin, servirá para que aquellos que se los perdieron en la primera ronda, pues puedan tener la oportunidad de echar unas lagrimitas viendo cómo Halford se despide (o no, quizá toque llorar 3 o 4 veces por lo mismo). En fin, os dejo con una crónica en la que quizá no fui del todo justo (se me puso un maromo delante con dedo y medio de frente y no disfruté el concierto como hubiera deseado: a veces estas cosas influyen).

Con una ilusión de renovada juventud acudimos ayer a Madrid (Leganés-La Cubierta) para ver a los Judas. Se trataba de despedir a los de Halford y había que estar allí, en ese último tour-epitafio (suena algo crudo) con el que el grupo británico pretende poner el broche de oro a su carrera, ya extensa. Una despedida en toda regla. A eso al menos parece que apunta toda esta parafernalia que remata su excelsa trayectoria. Con K. K. Downing huido (lo sustituye un animado Richie Faulkner) y con Halford para no muchos más trotes (a no ser que le arreglen algún disco en estudio), quizá sea lo mejor que pueden hacer: dejar el pabellón alto, con una discografía insuperable, grandiosa, rompedora, que ha marcado en muchos casos las pautas de referencia por las que debía encaminarse el heavy-rock de cada década. Hay quien opina que lo deberían haber dejado hace ya unos años.


Lleno hasta la bandera en La Cubierta, ambiente caldeado, sol de justicia fuera y muchas, muchas ganas de pasar una tarde-noche disfrutando de este histórico acontecimiento. El concierto significó un auténtico recorrido por todas las etapas de la banda (las carátulas de los discos se proyectaban en el escenario al sonar de las canciones). No en estricto orden, sino como una fragmentada autobiografía con recurrentes flashbacks y flashforwards, un constante ir y venir por todos sus discos, desde el primero, ese recordado y venerado Rocka Rolla, hasta el último, Nostradamus; en fin, el guión fragmentado de una biografía dignísima. Tampoco era necesario que el planteamiento hubiese seguido un hilo cronológico. Hubiera sido interesante, pese a todo. Decidieron comenzar, como viene siendo habitual en todo este tour, con los dos temas con que se abre el British Steel. No sería la última ocasión en que canciones de este álbum memorable retumbasen en La Cubierta, y ese himno titulado “Breaking de Law” sonaría un poco antes de empezar con los bises, con anterioridad al “Painkiller”, tema este que cerraría la primera parte. Tras el clásico y un breve descanso, salieron de nuevo para “acribillarnos” en los bises con una andanada de temas del Screaming For Vengeance ("The Hellion" pregrabado) y se despidieron definitivamente con otro clásico, el “Living Aftger Midnight” del British Steel. Y así acabó el concierto. Venían de triunfar en La Coruña y aquí hicieron lo propio. Hubo quien echó en falta algún tema, como ese incontestable “Freewheel Burning”, pero la selección hay que reconocer que rayó a gran altura.

La impresión ha sido muy parecida a la que uno ha tenido con los vídeos que hemos podido ir viendo de esta gira: un frontman ya nada fino, con una voz demasiado insuficiente que arrastra una singular decadencia, lo que repercute y lastra de alguna manera al resto de la banda, algo estática (Ian Hill en especial, como siempre), quizá para no desentonar. Tampoco podíamos pedirle peras al olmo. Han sido tan altos los registros empleados en su trayectoria que, cuando el timbre se ha agotado, la cosa ha devenido en ruina efectiva, un montón de escombros que en ocasiones roza lo patético: un Halford haciendo cantar al público por incapacidad propia (intuyo), cantando con una postura inadecuada algunos temas… En fin, una caricatura a ratos de lo que ha sido la mejor banda del heavy metal de la historia para quien esto escribe (con permiso de los Maiden). Una lástima, y una circunstancia que nos estremece y hace aflorar en nuestro interior sentimientos en conflicto. Y, pese a todo, se comentaba que había mejorado con respecto a las últimas actuaciones que años atrás lo trajeron por España.

En cualquier caso, sería incorrecto, injusto acaso, dejar esto así, sin más, pues también tengo que reconocer que por momentos pudimos ver lo mejor de la banda, temas en los que Halford se reencontró con aquel joven que nos ponía la piel de gallina con sus gritos. Todavía queda gasolina ahí dentro y esos gritos atronaron La Cubierta, una sala a mi entender poco acta para estos conciertos, con mucho eco, mucha reverberación que hace solaparse los sonidos y convertirlos en lata por momentos. Se repitió vestuario de cuero y tachuelas, con continuas salidas de Rob del escenario para cambiar su indumentaria, moto en el escenario en los bises, fumarolas de humo y llamitas, haces de luz surcando el espacio de La Cubierta, los vistosos trajes dorados de reluciente charol… y un escenario casi infernal de un rojo intenso flanqueado de amenazadores tridentes de intermitencia fosforescente.

Había que asistir, porque me pareció más que nada un homenaje, el último, y lo merecían. Esos momentos indescriptibles que uno ha pasado escuchando su música lo merecía. Y hay que decir que lo dieron todo porque así fue, todo, al menos, lo que podían darnos, ante un público especialmente motivado y variadísimo en cuanto a la edad. Con casi todos los temas se le vio muy identificado, pero especialmente fueron “Turbo Lover”, “Breaking the Law” (cantada exclusivamente por el respetable) o “Paintkiller” los más coreados. El concierto se cerró con “Living after Midnight”. Yo quizá me quedo con “Never Satisfied”, con la que rayaron a gran altura. Otras, en cambio, fueron cantadas demasiado lentas por motivos evidentes y, si tenemos que ser sinceros, algunos temas sobraron.

Ángel Carrasco Sotos

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